viernes, setiembre 02, 2005

20.
Cuando las abre, Mario se percata de la noche y de aquel poste de luz que alumbra una camioneta station bagon estacionada a lo lejos. Pone cara de sueño. No quiere acordarse de lo que ha sucedido y, atrás suyo, con una parsimonia parecida a la de los dibujos animados, Carolina recoge su ropa que ha quedado esparcida por el suelo de la habitación, como si hubieran presenciado un terremoto.
- No tienes por qué mirarme así -piensa Carolina.
- ¿Por qué no me lo dijiste? -piensa Mario.
Pero ella ha salido del cuarto y no se lo alcanza a decir.
Luego se pierde en sus propias ideas. Piensa en aquella chica de rulitos (que se ha vuelto un recuerdo terrible) y piensa en otras cosas como: por qué por qué por qué por qué, pero él sabe que todo es culpa suya.
- ¿Sabes? -le dice Mario a Carolina cuando él ha salido de su cuarto, apoyando su mano derecha en uno de sus hombros- lo había olvidado por completo. Hoy mi hermanito iba a actuar en el colegio.
- Y por qué no estás con él -le dice Carolina, después de un rato, sosteniendo un vaso con agua.
- No me dejan entrar a ese colegio.
- Mentira...
- Es cierto. Me botaron de aquel colegio cuando tenía su edad...
- ¿Por?
- Fumar cigarrillos.
Carolina se ríe:
- Ja, ja, ja, ja...
- ¿Qué?
- Nada, el hecho de que hoy seas un fumón y que te botaran de aquel colegio por fumar cigarrillos no se relacionan en lo absoluto.
Entonces, después de un rato en el que Mario se prepara un pan con mantequilla:
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Ahhh... -Carolina parece muy ofuscaba.
Mario le da un mordisco a su pan, luego pierde su mirada entre los techos de las casas que se ven desde su ventana, confundidos entre un montón de luces que brillan en la oscuridad.
- Fue hasta el culo, ¿verdad?
Un silencio se apodera de la habitación.
Mario saca de su bolsillo una pipa y le pregunta:
- ¿Quieres fumar? -y se pone a fumar.
Luego, sin que nadie le diga nada, Carolina el olor del humo que sale de la pipa de Mario y decide seguirlo hasta su cuarto.